lunes, 28 de septiembre de 2015

Grandas



GRANDAS

Salíme del Camino
en Grandas de Salime
y de repente vime
de frente ante el Destino...
¿Qué quieres de mí, dime?,
¿qué es lo que me demandas,
que entre las ramas andas
igual que entre las ondas,
con músicas redondas
con que mi gozo agrandas?

Jesús María Bustelo Acevedo

domingo, 27 de septiembre de 2015

Bustelo del Camín



BUSTELO DEL CAMÍN

Soy Bustelo del Camín,
el del Puerto del Acebo,
y ascender al mismo debo
si llegar pretendo al fin...
La tristeza y el esplín
no harán mal en mi Camino,
que yo no me desanimo,
porque el ánimo es eterno,
y en verano y en invierno
voy gozoso a mi Destino.

Jesús María Bustelo Acevedo

sábado, 26 de septiembre de 2015

Kaxondeo 2021 - Galicia Calidade



KAXONDEO 2021 - GALICIA CALIDADE

Kaxondeo 2021,
ya verás que se lía, chavea,
que en su casa ninguno se quea,
¡qué shondeo!, y no falta ni uno:
el gracioso, el ligón, el bajuno,
el curioso, y seguro hasta que
no está ausente ni el hombre de fe,
si es que hombre de fe queda alguno...
¡Kaxondeo 2021,
soy el único que faltaré!

Jesús María Bustelo Acevedo

viernes, 25 de septiembre de 2015

La Coruña, Lugo, Orense y Ponte Guapa



LA CORUÑA, LUGO, ORENSE Y PONTE GUAPA

La Coruña, Lugo, Orense y ponte guapa,
que nos vamos a Galicia de viaje,
con mochilas, ligeritos de equipaje,
amparados por estrellas y sin mapa.

Que entre los sagrados bosques se destapa
el milagro de la vida sin ambage,
y sin máquina mortal, sin maquillaje,
aunque la feraz llovizna nos empapa.

Pontevedra, La Coruña, Lugo, Orense,
y que luego Santïago nos inciense
antes de llegar al Faro que es el fin.

Que allá aguardará otra senda en que se inicia
otro espacio, otro negocio, otra Galicia,
otro mundo y otro genio cantarín.

Jesús María Bustelo Acevedo

sábado, 19 de septiembre de 2015

El Peregrino de la Capucha Negra



Hoy sé que no te escaparás de mí, el destino te agarra fuerte por el cuello, y ese destino está precisamente en mis manos... Como cada mañana, el ajetreo de los inquietos caminantes despierta hasta los demonios de las tinieblas. El fuego les aterra y prefieren el hielo de la negra madrugada; pero en ese fuego quisiera arrojarte yo, misterioso criminal... Y si no fuera por venganza (por justicia humana), al menos sí para salvar a quien pudiera arrancar de tus garras asesinas... Todos fuerzan una sonrisa, un gesto amable, un saludo cordial, un deseo afectuoso... Pero en el fondo saben que yo no soy como ellos: soy un intruso en tu búsqueda: un perro salvaje en un mar de ovejas que sólo quiere comerse al lobo. Gentes maravillosas que caminan por los senderos del mundo como los ángeles vuelan en el Infinito, dibujando sonrisas en el alma de los hombres, acariciando las canas de Dios y despertándole de su letargo... No son gentes de palabras porque su verdad no cabe en ellas... Son la inocencia pura danzando entre los árboles, bajo la protección de esos bosques sagrados que añoraban los pobres del mundo... ¿Pero qué me importa a mí todo esto, que sólo quiero ver rodar tu cabeza, estúpido peregrino de la capucha negra? Como si ese trapo grotesco pudiera ocultar tu sucio rostro, que de forma certera puede verse en tus manos manchadas de sangre... Un café aclarará mi garganta y también mis ideas, pero no, debo partir inmediatamente, no puedo retrasarme ni un segundo porque sé que tu muerte está en mi vida, que ya no tengo más principio que tu fin... Vamos, niña, súbete a mis hombros y partamos sin demora. Cinco y media de la mañana: sin problemas dejo atrás a los más madrugadores, avanzo hasta el bosque espeso, sin otra luz que la de la pálida luna y la de mis hambrientas pupilas, pupilas hambrientas de sangre y no precisamente de morcilla de Burgos... Todo se va a terminar para ti, mi enemigo fantasmagórico... Entonces tendré la paz anhelada, ¿pero cómo derramar tu sangre pudiera proveerme la paz? Me la quitará para siempre y más bien serás tú quien puedas descansar en paz. ¿Mas qué importa eso a quien ha decidido hacer lo que ya está hecho en su corazón? En mi corazón, donde murmuraban las caricias del Infinito, las alas de los ángeles de la Eternidad, ahora sólo golpea mi báculo justiciero aplastando tu cabeza... Y bien sabes que el motivo no es que desprecies mis versos, claro que no, ya te lo dije: tú limítate a leer y cállate la boca, ¡lector de mierda!... "¡Buen camino!", me ha exclamado alguien desde el otro lado del río, y suena como un reproche mucho más que como un sincero deseo; verdaderamente la muerte (y no la mía, por cierto) debe brillar en mis ojos a pesar de que las tinieblas me oculten el cuerpo entero... "¡Buen comino!", le respondo, asegurándome de que no me escuche... Ah, los caminos del mundo, mujeres y hombres de aquí para allá, ¿por qué no se estarán quietos? Como las estatuas, muertos eternamente... Quizás sea porque son dioses aunque no lo sepan, son los mártires de las burlas del destino; y avanzan cargando con su cruz, aunque la cruz se llame su bicicleta o su mochila. Y tú también te mueves, pero vas destruyendo la vida mientras sigue latiendo en ti. La vida será eterna, pero no tu vida de asesino. Y sé dónde estás, porque no soy menos que José ni hay Morfeo que pueda ocultarme la evidencia de tu muerte. Aguardas tras el viejo roble tu futura víctima y no hubo más futuro que mi báculo de hierro aplastando tus sesos... Ahora todas están libres de ti para siempre... Porque tú eres el Peregrino de la Capucha Negra, el despiadado asesino... ¿Cómo no ibas a serlo? Y ahora no podrá hacer más daño a tantas inocentes... ¿No lo entienden? Sí, sí, claro que sí, y yo he acabado con él... He acabado con el monstruo, estoy limpio... ¿Pero por qué me miran así? ¿Por qué me ponen esos grilletes en los tobillos? ¿Y esa camisa blanca, tan bonita, pero sin alas? ¡He sido Yo quien los ha librado de él! ¡El criminal ya está muerto, ya no puede hacer más daño...! ¿Dónde me llevan? ¡Todas sus víctimas ahora viven en libertad, eternamente! ¿Por qué me meten en esta horrible prisión? ¡Por qué!... Oh, ¿cuándo terminará esta horrible pesadilla? Se ve que allá arriba está amaneciendo, pero ¿cuándo lo hará dentro mí, Dios mío, cuándo...?

Jesús María Bustelo Acevedo

jueves, 17 de septiembre de 2015

Por aquí pasó el Camino



POR AQUÍ PASÓ EL CAMINO

Por aquí pasó el Camino,
peregrino a peregrino,
gota a gota, circularon,
nos pagaron,
se durmieron, despertaron,
y afrontaron
su destino...
¡Por aquí pasó el Camino!

Jesús María Bustelo Acevedo

martes, 15 de septiembre de 2015

El Circo de Fisterra



EL CIRCO DE FISTERRA

Del Circo de Santïago
hasta el Circo de Fisterra
el nuevo camino hago,
que el que camina no yerra.

Y al Faro del Fin del Mundo
yo le digo mi verdad:
tú hablas de caducidad,
yo de lo eterno y profundo.

Tú de Roma y de Galicia,
y yo del Reino de Dios,
que ni acaba  ni se inicia
y que alberga en sí a los dos.

Tú me gritas: toma, ten
los goces perecederos,
y así los disfruta enteros
la libertad de mi Edén.

Jesús María Bustelo Acevedo